El Puente Colgante forma parte de mi ruta habitual al trabajo. Esta vez descubro
un grupo de turistas nipones uniformados por sus gorritos y armados con sus
cámaras inmortalizando el momento. Me pongo a pensar los kilómetros que han
recorrido para contemplarlo. De ahí salto a pensar las veces que lo he cruzado
a lo largo de mi vida y, en un rápido cálculo mental, lo traduzco en kilómetros
recorridos montado en su barquilla. Termino llegando a la conclusión que
fácilmente hemos recorrido la misma distancia.
Aunque para mi es
parte del paisaje cotidiano le sigo haciendo fotos y es que siempre que paso
por ahí encuentro algo nuevo.